Morder: ¿por qué lo hacen? y ¿qué hacer?
En la mayoría de los casos cuando el niño llega a preescolar es más recurrente que comience a morder a sus compañeros, esto va disminuyendo a medida que se van haciendo mayores, pero a la edad de 1 a 3 años, los mordiscos suelen ser comunes entre ellos en lugares donde conviven más como en la escuela, incluso en el parque.
Oesterreich (1995) y otros teóricos creen que en esta edad los mordiscos se deben a una forma de comunicación (por ej., para comunicar frustración mientras aprenden habilidades sociales, lingüísticas, y de autodominio), y actúan basado en lo que experimentan en el momento. Es por eso que para ellos, el morder demuestra la autonomía y es una manera rápida de obtener un juguete o llamar la atención. Muchos niños de esta edad todavía no entienden cómo compartir las cosas o que el contacto físico puede causar dolor, y necesitan aprender otras formas de comunicarse aparte de morder (Claffey, Kucharski y Gratz, 1994).
Qué hacer cuando el niño muerde:
Primero hay que separar a los niños alejándolos de manera que no se vuelvan a morder. Si el niño persiste en morder a otros, no le lleve a los brazos ni juegue con él por espacio de 5 minutos después que él haya mordido. Así le enseñará que mordiendo no le llamará la atención.
Decirle de forma sencilla, calmada y directa que morder duele y que no se hace. Castigarlo podría causarle enojo y resentimiento, y que con el tiempo pueda tener comportamientos inadecuados.
Revisa el daño y evalúa si hace falta atención médica, hay que hacerlo con cariño y calma. No dejes abandonado al niño que mordió, muestra accesibilidad y hazlo sentir seguro para expresar sus sentimientos sobre morder y sobre lo que lo llevó a morder.
Cuando en ocasiones veas al niño triste, acércate a él dándole tu atención para brindarle seguridad y eso lo ayudará a controlar sus actos.
Cómo impedir que muerda:
En el preescolar es posible que la maestra detecte qué provoca que muerda, después de un tiempo probablemente podrá predecir cuándo el niño vaya a morder y se podrá intervenir.
Señales de alarma como llorar, patalear, lanzarse hacia alguien a menudo son precursores de un mordisco. Si tu hijo ha estado mordiendo a otros niños, se necesita observar e intervenir antes de que lo vuelva a hacer.
Si ves que las emociones del niño suben de nivel y te preocupa que suelte una mordida, llama su atención a otra actividad como bailar, pintar o jugar algo.
Ayuda el ponerse en el lugar del niño y recordar que hace lo mejor que puede, quizá sea capaz de expresar sus sentimientos, o quizá no. Es posible que se tenga que intervenir muchas veces antes de que logre dejar su impulso de morder.
Fortalece la inteligencia emocional de tu pequeño alabando el buen comportamiento que le ayude a hacer nuevos amigos y a conservar los que ya tiene.
Nunca se muerde a los niños, algunos padres creen que esto demuestra a los niños que morder duele, pero esta es una forma equivocada de manejar la agresión: siendo a su vez agresivos, y esto contribuye que muerda más aún, aunque sea en broma.
Lo más importante es saber que los niños no quieren atacar. Prefieren jugar, explorar y disfrutar a sus amigos. Necesitamos comprender qué hay detrás de su comportamiento, es el primer paso para conseguir que tu hijo lo abandone.
Revisa qué sucede con el niño, la idea no es solo que tu pequeño pare de morder, sino ayudarle en su desarrollo.
Bibliografía
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